viernes, 8 de diciembre de 2017

Secuestrada

Abro lentamente los ojos, y me encuentro rodeada de oscuridad. Una oscuridad que no me deja ver donde estoy. Creo que tengo una clase de pañuelo que me tapa los ojos. Intento moverme, muevo pies y manos pero lo único que logro es lastimarme las muñecas y los tobillos. Estoy atada, he de suponer que en una silla, tal y por como tengo puesto el cuerpo. Quiero gritar pero ningún sonido sale de mi boca, es como si la tuviera sellada y me fuera imposible decir nada.
Un sentimiento de desesperación empieza a surgir, provocando un nudo en mi garganta, mi respiración empieza a ser irregular, dándome a saber que estoy a punto de sufrir un ataque de nervios. Intento volver a gritar, pero esta vez lo único que sale de mi boca es un ligero murmuro
apenas audible.
Miles de preguntas se forman en mi mente. Lo último que recuerdo es estar en el coche con mi hermano, cantando canciones y riendo. Y ahora estoy aquí, sin poder ver nada, sin poder hablar ni moverme. ¿Donde estoy? ¿Cuanto tiempo hace que estoy aquí? ¿Por que estoy aquí? ¿Y mi hermano? Son tantas las preguntas que invaden mi mente, y no soy capaz de resolver ninguna.
El sonido chirriante de una puerta me indica que alguien ha entrado en la habitación. Escucho sus pasos, se está acercando, tengo miedo. Un escalofrio recorre mi espalda haciendo que me estremezca, tengo la sensación de que algo malo va a pasar.
-Oh, pero mira quien ha despertado...- una voz distorsionada retumba en la habitación. Siento una
mano fría en mi mejilla. Enderezo mi espalda quedando recta, y en un acto de desesperación muevom is manos con la esperanza de soltarme. Pero lo único que consigo es hacerme daño, siento comol a piel de la muñeca que abre lentamente haciendo que se clave la cuerda en mi carne. Algo recorrem i muñeca, deslizándose hasta caer al suelo, supongo que es la sangre que brota de la herida de lam uñeca.
-No, no, no... Eso no se hace, te estás portando como una niña mala.- la voz vuelve a hablar y yo meq uedo quieta. De repente la persona a la cual le pertenece la voz me quita la venda que dificultaba mi vista. Me cuesta unos segundos acostumbrar mi vista, pero cuando lo hago, consigo distinguir una silueta. Va toda tapada de negro, solamente veo sus ojos marrones, algo en ellos me resultafamiliar y no consigo adivinar que es. La persona se me queda viendo, no sé si esta seria, su mirada no lo muestra.
-¿Todavía no sabes quién soy?- me pregunta, inclina la cabeza y se me queda mirando- Tendrías
que saberlo ya, me conoces muy bien...- Su voz me produce mal estar, parece que se está burlando de mi. Pienso y pienso, buscando como desesperada algún detalle que me pueda dar una pista de quien es. Pero no obtengo nada, es como si mi cerebro hubiera borrado cualquier dato que me pudiera ser útil.
Empiezo a moverme con desesperación, rezando a Dios para poder salir de aquí. La persona me mira fijamente, como intentando decidir qué hacer conmigo. De repente se gira y se dirige a la puerta. Sale de la habitación y siento alivio, pero este dura poco cuando la veo entrar otra vez. Lleva dos palos de hierro, uno en cada mano, se acerca lentamente, quedando a escasos centímetros de mí.
Levanta los dos palos y me los clava. Al principio no siento dolor, es como si se hubieran apagado mis sentimientos, supongo que es la tan conocida adrenalina. Ahora si lo siento, siento como mi piel es desgarrada como el hierro oxidado quema mi piel y mi carne, atravesando completamente mi pierna. Empuja un poco más fuerte los palos y estos atraviesan la silla. Ahora sí que no me puedo
mover, estoy totalmente atrapada. La sangre va brotando de mis heridas.
-Te he dicho que te estabas portando como una niña mala - me mira- a las niñas malas hay que castigarlas.- Empiezo a sollozar, el miedo me invade, poco a poco voy perdiendo la esperanza.
Siento que mi cuerpo ya no tiene apenas fuerza, supongo que debe ser por la sangre que cabo de perder. Me he rendido ya, no voy a seguir luchando, para que...
La persona se separa un poco de mi, recarga su peso en una pierna y mira al frente. Intento girarme para ver que está viendo, pero el dolor me lo impide. Hasta ahora no me había fijado en la habitación, es un lugar sucio y frío, no es muy grande, en el medio de la habitación me encuentro yo y encima de mí hay una bombilla. Es deprimente pensar, que este lugar tan triste va ser el último lugar que vea.
-Veo que no adivinas quien soy...- vuelve a dirigir su mirada a mi- Te voy a mostrar quien soy, solo así podrás saber porque estás aquí.- Dirige a sus manos hasta su cara y se levanta el pasamontañas que llevaba, dejando ver su rostro.
¿Por qué? No lo entiendo, es imposible... Ahora se porque tenía ese sentimiento de familiaridad, es tan extraño saber quién es la persona que te tiene secuestrada y es más extraño cuando....
Esa persona eres tú.

-Duna Palastí

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